(ANSA) - CIUDAD DEL VATICANO 25 ABR - Murió en la frontera,
justo cuando estaba dejando atrás las bombas de Gaza para buscar
una nueva vida en Egipto.
Lara Sayegh, de 18 años, cristiana, murió por un golpe de
calor justo cuando estaba cumpliendo su sueño de dejar atrás la
guerra, retomar sus estudios y comenzar una nueva vida con una
nueva esperanza.
Desde el 7 de octubre, tras los ataque terroristas de Hamás
que desataron la respuesta israelí, vivía en la parroquia
católica de la Sagrada Familia porque su hogar había sido
bombardeado.
Lara había perdido a su padre el 21 de diciembre debido a la
imposibilidad de recibir atención en la parroquia católica donde
se refugiaban más de seiscientas personas y donde escaseaba
todo.
La noticia del fallecimiento de la joven cristiana la dio su
hermano, Khalil Sayegh, activista palestino, presidente de Agora
Initiative.
"Ella y mi madre estaban yendo hacia Egipto para ponerse a
salvo. Mi ángel colapsó mientras caminaba por el 'paso seguro'
más allá del puesto de control israelí, en un área donde las
fuerzas armadas israelíes han estado negando la entrada a
ambulancias, automóviles u otros servicios de emergencia desde
hace tiempo, escribió Khalil en las redes sociales.
"Mi madre, que la acompañaba desde la iglesia católica en
Rafah, actualmente está en coma debido al shock", agregó.
El activista palestino promete "seguir luchando por la
justicia para mi familia y para las otras víctimas de este
genocidio".
La hermana, Daddie Grace, cuenta: "Estaba feliz de salir de
esta dolorosa guerra". Madre e hija habían pagado cinco mil
dólares cada una para obtener la visa de ingreso a Egipto.
La joven murió prácticamente a causa de un golpe de calor,
sin posibilidad de recibir ayuda. Ahora, según informan fuentes
de la comunidad cristiana, la joven Lara será enterrada donde
falleció. Su cuerpo no podrá ser llevado de vuelta a la
parroquia de Gaza ni para el funeral ni para el entierro: todos
los que salen del Norte de la Franja, donde está la Sagrada
Familia, no pueden regresar.
El dolor por la situación ha sido expresado por el párroco
de la Sagrada Familia, el sacerdote argentino Gabriel Romanelli,
y el vicario, el padre Iusuf Asad. (ANSA).