Por Alessandro Logroscino
(ANSA) - LONDRES, 30 APR - Un regreso a medias a la escena de
los compromisos públicos que no despeja todas las incógnitas,
pero ciertamente suscita un suspiro de alivio en el Reino Unido.
El rey Carlos III repasa la película de este inicio de año
maldito para la monarquía británica y se presenta ante la
audiencia de sus súbditos para el primer compromiso oficial
entre la gente en más de tres meses, luego del diagnóstico de
cáncer revelado al mundo en febrero y los resultados "muy
alentadores" (palabra de sus médicos) de una primera fase de
tratamientos aún en curso.
Un regreso marcado por sonrisas y contacto humano para el
monarca de 75 años, acompañado por la inseparable reina Camila.
Y altamente simbólico, dado el destino elegido para la visita
inaugural de este tipo de nuevo comienzo: el Hospital
Universitario de Londres y el adyacente Centro Oncológico
Macmillan.
Se trata de un instituto oncológico de excelencia en la isla
donde la pareja real se detuvo para hablar de cerca con médicos,
enfermeras y sobre todo pacientes, sin dejar de hacer eco de las
palabras de Su Majestad un emotivo mensaje a favor de la
prevención, los controles y los tratamientos "tempranos" como
armas "cruciales" para enfrentar una enfermedad que no hace
distinciones entre la realeza y los plebeyos.
Recibidos ya fuera del hospital por fanáticos y curiosos, y
luego entre los pasillos con ramos de flores y buenos deseos,
Carlos y Camila intentaron de todas las maneras dar una imagen
alentadora, si no completamente de vuelta a la normalidad.
"No estás solo", le hicieron saber al monarca algunos de los
presentes, en un escenario donde a veces el primogénito de
Isabel II, ahora patrón del Cancer Research UK, parecía
intercambiar confidencias íntimas, incluso algún contacto físico
inusual con apretones de manos prolongados con los enfermos:
casi como un paciente entre los pacientes.
"Estoy bien", le dijo, entre otras cosas, a una de ellos,
Asha Miller, en quimioterapia, respondiendo al afectuoso "¨cómo
se siente?" que la mujer le había dirigido, según sus propias
palabras más tarde a los periodistas.
Mientras, varios testigos han informado de un rey
emocionado, pero "lleno de energía".
Palabras que sellan los destellos de optimismo alimentados
en estas horas por los líderes políticos del país y diversos
comentaristas de los medios de comunicación convencionales
después de las conjeturas alarmistas de cierta prensa
sensacionalista estadounidense.
Aunque en segundo plano permanecen los elementos de
prudencia sugeridos por los mismos comunicados del palacio, que
por ahora limitan la reanudación parcial de la actividad pública
representativa del soberano: "calibrada con atención" y sujeta a
confirmaciones que se formalizarán en relación con eventos clave
como el tradicional desfile de junio de Trooping the Colour, la
agenda de la visita de estado a Londres de la pareja imperial
japonesa, o un viaje de dos semanas a Australia fijado
tentativamente para octubre.
Ya a partir de la próxima semana, mientras tanto, el foco en
casa Windsor será el breve regreso a casa del príncipe rebelde
Harry, que llegará antes del 8 de mayo desde su autoexilio
estadounidense para participar en el décimo aniversario de los
Juegos Invictus, competiciones deportivas reservadas para
militares mutilados que él patrocina desde su fundación.
Aunque no se sabe si en la ocasión habrá espacio para otro
cara a cara entre padre e hijo, después de la visita improvisada
del duque de Sussex a su padre en febrero, tras la noticia del
diagnóstico de un cáncer cuya naturaleza sigue siendo
desconocida por el momento.
Un viaje en el que, por cierto, el príncipe menor, según
confirmó una portavoz, no estará acompañado por Meghan, ni por
los hijos Archie y Lilibet, aunque se reunirá con su esposa en
una misión posterior en Nigeria, un país del Commonwealth. Y
parece aún menos propenso a preludiar un descongelamiento con su
hermano mayor William.
Todo mientras sigue siendo desconocido cualquier plazo para
un potencial regreso al público también de la princesa de Gales
de 42 años, Kate, esposa del heredero al trono, también afectada
por un cáncer de tipo no especificado anunciado en un conmovedor
video al país en marzo, dos meses después de una delicada
operación abdominal.
Y después de una celebración muy privada, estrictamente
familiar, de su 13§ aniversario de matrimonio: el más difícil,
en un cuento de hadas que se ha convertido en dolorosa realidad.
(ANSA).