(ANSA) - LONDRES, 02 MAG - Otra derrota anunciada, por
confirmar solo en su magnitud: es la que todos los sondeos
predicen para el Partido Conservador del primer ministro
británico Rishi Sunak, enfrentándose hoy a una peligrosa prueba
electoral administrativa en Inglaterra y Gales, abierta a más de
la mitad de los votantes del Reino Unido.
Están en disputa 2.660 escaños de consejeros en 107
autoridades locales, además de los cargos de alcalde en una
decena de áreas metropolitanas destacadas, especialmente
Londres.
Los Tories podrían perder alrededor de 400 de los mil
escaños locales que deben defender, con una pérdida que, según
algunos, incluso podría cuestionar el liderazgo de Sunak, en
medio de encuestas ya desastrosas para el partido de gobierno de
cara a las elecciones programadas para fin de año.
Esas encuestas muestran una caída libre de hasta más de 20
puntos detrás del no muy convincente Partido Laborista moderado
de Keir Starmer.
Los resultados no se esperan antes de mañana, pero la
magnitud de la derrota conservadora podría ser el preludio
definitivo del declive de un turbulento ciclo de poder de 14
años, iniciado en 2010, en beneficio de la perspectiva casi
predeterminada de un regreso laborista a Downing Street.
Un escenario ante el cual desde hace días circulan rumores
sobre los próximos movimientos de un primer ministro cada vez
más en apuros, como la hipotética osadía de precipitar la
convocatoria de elecciones ya en verano, adelantándolas algunos
meses respecto a las indicaciones actuales.
Sin embargo, Sunak parece estar enfocando sus escasas
posibilidades de contener la hemorragia en una campaña electoral
centrada en el tema de la inmigración, destacando justo antes de
las elecciones locales los pasos preliminares del muy criticado
plan Ruanda.
Es el programa lanzado con el objetivo de trasladar con
fines disuasivos a dicho país africano a solicitantes de asilo
llegados ilegalmente a las costas inglesas, mientras se espera
el despegue de los primeros vuelos reales con destino a Kigali.
Son vuelos precedidos esta semana por el anuncio de la
partida de un solo migrante sujeto a expulsión ejecutiva (quien
en realidad utilizó un esquema paralelo al previsto para las
deportaciones obligatorias, de manera "voluntaria" y con un
incentivo de hasta 3.000 libras).
Así como por la confirmación de las primeras "detenciones"
de solicitantes de asilo candidatos a traslados forzados (a
pesar de las resistencias de grupos de activistas), acompañadas
por la asignación de fondos públicos sustanciales y la creación
incluso de 25 tribunales ad hoc con 150 jueces abocados a
evaluar rápidamente cualquier posible margen residual de
apelación.
Iniciativas calificadas como inaceptables por defensores de
los derechos humanos y organismos internacionales; y como una
cortina de humo puramente "propagandística" por parte de la
oposición laborista.
Sin embargo, esta última también deberá evaluar la magnitud
de su propio éxito, dado por sentado en varias administraciones,
más allá del desgaste o las deserciones en el seno de los
Tories.
Empezando por el desafío para el cargo de alcalde-gobernador
de Londres, administrador de enormes recursos, donde Sadiq Kahn,
primer alcalde de origen musulmán y paquistaní de la capital.
Kahan se encamina hacia un tercer mandato según los sondeos,
pese a los intentos de la semidesconocida rival conservadora de
extrema derecha Susan Hall de capitalizar el descontento sobre
la ampliación de la zona de tráfico restringido (Ztl) de Londres
y la percepción de inseguridad en la ciudad.
También está la disputa por el liderazgo de la segunda área
metropolitana más importante en juego, la de la Autoridad
Combinada del Norte de Tyne, en el norte de Inglaterra, que
incluye las históricas ciudades industriales rojas de Newcastle
y Sunderland, donde el liderazgo centrista de Starmer boicoteó
la candidatura del actual alcalde, Jamie Driscoll, un popular
exponente de la izquierda interna, que deberá presentarse como
independiente.:
Driscoll es 'culpable' solo de haber participado en un
evento con el director Ken Loach, expulsado en 2021 en el clima
de purga impuesto por sir Keir sobre los partidarios de su
predecesor, Jeremy Corbyn. (ANSA).